(No woman less)
SITE-SPECIFIC PERFORMANCE
Venice, Italy, 2018.
3 hours
PERFORMED AT
C32 performing art work space, Forte Marghera.
Open session of the Intensive Performance Summer Class of the Venice International Performance Art Week Workshop.
DESCRIPTION
This piece was only performed once in a 16th-century fort in Italy. It was three hours long during which I shouted non-stop ni una menos, se va a caer, abajo el patriarcado (not one woman less, down with patriarchy), argentinian chants that I learned at women’s marches in Plaza de Mayo, Buenos Aires.
CONCEPTUAL
Demonstrations in Argentina tend to be intense, aggressive at times. My intention was to replicate this scenario, its performativity, in a different context. My screams were loud and sharp. They invaded the whole space and increased in intensity as time passed. No one could understand the meaning of these words spoken in Spanish but their strength and intention were clear.
My body was no longer mine, it was a missile about to explode in everyone’s face. I could see the fear in people’s eyes, their regrets, anguish and not knowing what to do. I stopped screaming after three hours and left the room, exhausted and voiceless. My words contained a universal problem: the invisibility of thousands of femicides around the world. A shout that goes beyond any culture and country, a cry for survival.
Ni Una Menos
DESCRIPCIÓN
Esta acción se llevó a cabo sólo una vez en un fuerte del siglo XVI en Italia. Duró tres horas, durante las cuales grité sin parar ni una menos, se va a caer, abajo el patriarcado, canticos que aprendí en las marchas de mujeres en Plaza de Mayo.
CONCEPTUAL
Mis gritos eran fuertes y agudos. Invadieron todo el espacio y aumentaron en intensidad conforme pasaba el tiempo. Nadie podía entender el significado de estas palabras en español pero su fuerza e intención eran claras.
Mi cuerpo ya no era mío, era un misil a punto de explotar en la cara de todes. Pude ver el miedo en los ojos de las personas, sus remordimientos, angustia y no saber qué hacer. Dejé de gritar después de tres horas y salí del lugar, exhausta y sin voz. Mis palabras contuvieron un problema universal: la invisibilidad de miles de femicidios alrededor del mundo. Un grito que va más allá de cualquier cultura y país, un grito de supervivencia.